Ayer me dí cuenta de cómo funciona mi proceso creativo. Mientras yacía acostada sedentariamente en el sillón de mi sala, en el ínter en que no quería irme a dormir pero tampoco quería seguir en la computadora, me dediqué a solo existir. Naturalmente es a esas horas de la madrugada que todo tipo de ideas te cruzan la mente donde descubrí— después de tratar de formular posibles párrafos para el blog a partir de la constante traducción inglés-español y vice-versa de palabras que se me ocurren en un idioma que quiero expresar en otro— que el surgimiento de mis ideas pasa ahí, en la línea borrosa que separa un idioma del otro. Ahí hay un espacio que cuando está por amanecer y estoy en paz total, comienzan a volar como si fueran murciélagos saliendo de las cavernas de Carlsbad, amenazando con volar hacia mi cara en cualquier momento (aún tengo traumas por ese evento).
Las veces que escribo aquí son las veces que fluctúa la inspiración y aparece una entrada, lo cual es poco seguido. Realmente me gusta escribir y quisiera que fuera mas seguido, entonces con este descubrimiento me imagino que puedo masajearme el cerebro en los lugares correctos y climaxearme una entrada, la cosa solo está en repetir ese estado en el que me encontraba ayer en el sillón. Entonces, desde aquí les escribo, en la misma posición, pocheando mentalmente, google translate abierto en otra pestaña. Y nada, cero ideas.
Intento cerrar los ojos y regresar a lo que pensaba ayer. Los abro. La sala y el interior de la casa se ven en escala de grises, con un pequeñísimo toque de tonos de azul. Estoy frente al aire acondicionado, que roza apenas la piel expuesta de mis brazos, mi cuello, mis pies, suficiente para mover el vello de mis brazos pero no suficiente para apagar el calor. Atrás de mí, el ligero golpeteo de las persianas. Afuera se escuchan corrientes de aire apenas perceptibles por las hojas que mueven en el pavimento. Aquí podría gastar toda la noche solo pensando todo el tiempo, si mi estado mortal no hiciera del dormir un requisito obligatorio.
Hay algo de la soledad que me da paz. Técnicamente no lo estoy, mis padres, mi hermana y mi perro duermen en sus cuartos; pero estoy acostada aquí cuando podría estar en mi cama. La sala está sola y yo estoy en paz. Algo me dice que necesito mi propio cuarto.
Esta es una de muchas manifestaciones de alejamiento que creo cuando estoy en casa; es posible que cuando llegue el momento no resista el vivir sola, pero valoro mucho mis ratos de aislamiento, lo que me hace pensar que me haré un cangrejo hermitaño, tanto que se lo he criticado a un amigo por serlo. A lo lejos se escuchan sonidos rechinantes, alguien se está cambiando de posición mientras duerme; suena como la versión menos ruidosa, es mi madre. ¿Qué pasa si viene y me ve aquí divagando, despierta? ¿O finjo demencia y me "quedo dormida"? Me vale madre (JA!), que venga. En unos minutos se reanuda el silencio, no hay nada de que preocupars—
Ruidos. Ahora desde afuera, mucho más cerca de lo que me parecen cómodos.
Cuando me quedo hasta la madrugada, en ocasiones se escuchan ruidos, y siempre me asomo por la ventana por si acaso hay alguien afuera o si hay oportunidad de asustar a los gatos de la vecina. Siempre, por un momento pasajero, me da un poco de terror realmente encontrar a alguien afuera. Nunca es así, entonces no hay razón de hacerle caso a la paranoia que me hace temerle a mover las persianas.
No hay razón para asomarme milímetro por milímetro por terror a encontrar algo.
No hay razón para que hubiera algo amenazador.
No hay razón para tener tanto miedo.
No hay razón para verme reflejada en los ojos de alguién mas del otro lado de la ventana. Pero ahí está, como si supiera exactamente desde donde me iba a asomar, como si me conociera. Nariz casi topando con vidrio, sosteniendo mi mirada como si la poseyera, bloqueando cualquier otra cosa de mi vista periférica con su cercanía. Mi sangre está fría.
En estos momentos una reacción natural sería gritar, pero mi garganta se encontraba extrañamente apretada. Es la noche mas caliente del verano y aún así no siento las extremidades. Apenas y siento mis dedos mientras dejan ir la persiana que abrí, y hasta parece cómico cómo se columpia, cortando y reanudando el contacto visual que tenemos hasta que por fin para. Tengo un impulso bizarro de volverla a abrir, pero me arrepiento a medio camino.
Me volteo y camino lo mas lejos posible de ahí.
Abro los ojos. La sala tiene color de nuevo. ¿Saben qué? Mi proceso creativo puede llegar cuando se le de la regalada gana, jamas volveré a masajearlo.
Cabe mencionar que la sala ya no me da tanta paz. ~
indian girl without bra
Hace 7 años
4 comentarios:
Por un momento sentí que leía una novela de terror.
Jaja, yo por eso nunca de los nuncas me asomo por la ventana en la noche.
Y tampoco tiento a mi mente, déjala ser o te asustará por tratar de hacerla trabajar, es una maldita.
Pero que habilidad!! No podía dejar de leer! Excelente redacción, en verdad, probablemente eso de las traducciones le da una formalidad curiosa pero muy divertida.
Dejame decirte que tienes una facinante manera de escribir eres tan descriptiva que no pude dejar de leer apesar de que es un escrito largo...
Es tal vez porque logras atrapar a tus lectores con tanta descripcion haces que las cosas cotidianas que no le ponemos atencion se vuelvan extraordinarias, por la forma que las describes...
Ademas eres impredecible no sabes de que quieres hablar hasta que terminas de leer todo...
Si te soy sincera me atrapaste tanto en tu lectura que por un momento desee estar ahi a tu lado para poder ver lo mismo que tu pero con tus ojos porque los mios no perciben lo mismo..
Me facino y ademas tienes una forna de terminar tus historias en las que realmente no las terminas y me dejaste con la intriga de saber que paso con eso que te miraba fijamente...
Gracias por permitirme leer esto..
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