martes, 26 de mayo de 2015

Neurotransmisiones en la radio.

  A 72 horas después de estar lejos de casa, lejos de mi amor y lejos de haber dormido bien, a medio festival de música, rodeada de chavos de mi edad y mayores, a mi me dolían un chingo los pies  (un chingamadral.) No hay nada que te haga sentir como que eres más vieja que lo que te dicen tus veintes como darte cuenta que estás tan cansada que te estás tomando en serio el anuncio donde venden ungüento natural de mentol para tus dolores. Eso y mi aberrante sobriedad quizá me estaban afectando la experiencia a mi alrededor un poco.


Mientras pensaba en cómo me he desgastado físicamente y cómo no aguantaría ver las siguientes dos bandas por tocar, subía al escenario la banda que estabamos esperando por una hora paradas mi hermana y yo, en los lugares mas cercanos al escenario que pudimos encontrar (considerando a toda la bola de acoples que acamparon ahí por dos horas). En ese momento sólo me concentré en gritar como loca y acabarme lo que restaba del redbull en mi mano, quesque porque ayudaba a aguantar. Lo bueno pasó después.
  No se si ustedes tengan experiencias con u opiniones de las drogas. Cualquiera. Desde la cafeína hasta la heroína. Hay quienes tienen la misma opinion de la última como la primera, y hay quienes piensan que hay una escala de tolerabilidad entre ellas, según supongo la escala de daño que te haga o la escala de tabú que presentan. Depende de si ves el mundo en blanco y negro, o si te dejas creer que existe una escala de grises (o en todos los colores que te hacen ver el LSD, jiji).
Entre lo que tu sistema procesa algo como esto, hay un tiempo entre lo que ansías sentir el efecto de lo que consumiste, después los primeros indicios del sentimiento y luego el clímax. Hay algunos que te dan una serie de clímax, hay otros que te dan uno solo de larga duración, qué se yo, hay de todo. De lo que sé, les digo que mas o menos en esa estructura consisten. No les diré qué tanto de eso sé yo, chismosos.

  Entre que empezaba el concierto, comenzaba a tornarme muy feliz por el simple gusto de escuchar mi música preferida en vivo; aunado a esto, comenzaba a subirme de ánimos y aliviarme los dolores la cafeína y taurina de mi bebida. Eran dos sensaciones diferentes los cuales supe diferenciar claramente.
  El efecto del energizante fue lento pero notable, pude despreocuparme un poco por saber cuanto "duraría" y la subida fue linda, pero duró como tres canciones, esperaba un bajón pero fué progresivo, entonces no fue muy notorio. El resto fue euforia pura, de gusto y de felicidad de estar envuelta en música celestia— tanto así que no sentí dolor, tanta que me mantuvo despierta y eufórica toda la noche, horas despues de que haya terminado el efecto de la bebida, que nunca llegó a tener tanta fuerza como lo tuvo el bajo de las canciones y las bocinas retumbantes en mi cuerpo.
¿Cuantas veces te has sentido tan feliz que te olvidas de tener cuerpo, de estar en este mundo? ¿Que tantas veces una experiencia te haga sentir tan bien que tu mismo cuerpo produce endorfinas como resultado? Puedo contar este tipo de experiencias en una mano.

Entre ellas, los encuentros con las personas. Particularmente una persona.

  Quizá por ello me adjudicaba hace tiempo el despectivo de puta, porque no he sido muy de buscar el high de las sustancias que te ponen hasta la madre dentro de tu propia mente; era como mi propia version del despectivo de drogadicta. Yo me conformo con un poco de alcohol para desinhibir, algo que puedo controlar a mi gusto, ya sea si necesito una cerveza para empezar la noche o un tequilita para agarrar valor para cazarme una presa y coquetear, al chile. Siempre tuve un poco de miedo de probar otras cosas, estaba muy ensañada en mi mente el concepto de las drogas.
  El tipo de subida que yo buscaba estaba siempre al alcance de algunos labios los fines de semana, un evento plácido aunque efímero. Así me gustaban mis escapes mentales, esas eran mis encumbraciones; no eran todo lo que podían ser, pero me gustaban temporalmente. En ese momento, no pudieron provocarme tanto efecto, al menos no mas del que te puede ofrecer un encuentro de una noche de fiesta.

  En estos momentos, hoy y ayer y todos los días me consume algo que se siente como si me diera una buena fumada, inyectada, masticada, como si me echara una buena tacha y me aspirara unos buenos polvos, todos los efectos en uno. Esto que siento ahora es una de esas drogas cabronas. Y no es sustancia, no es tangible.
Está dentro de alguien, y esta dentro de mí; está en medio nuestro y a los lados y a nuestro alrededor, sólo entre nosotras. Está en un par de labios que saben como ningunos otros.
Ahí, tambien ansío sentir el efecto. Ahí tambien hay climax. Ahí tambien recorre por debajo de la piel, se derrama en las venas y se desparrama en el pecho, el estomago, como una especie de pirotecnia a flor de piel, espasmódica y rítmica cuando quiere, a veces solo siguiendo el camino que tocan las almohadillas de sus dedos; eleva, ondea, estremece.

  Esta droga si se las recomiendo. Haganse adictos, tómenla y déjenla, mueran por sus estragos, sufran el sindrome de abstinencia, sobrevivan una etapa de sobriedad. Recaigan. Nunca saldrá de su cuerpo, por tiempos estará latente. Pero siempre estará ahi, esperando el siguiente toque, siempre en lo mas profundo del pecho.

  Desde esta perspectiva habiendo tenido estas experiencias (y otras, no solo con energetizantes) ahora me parece totalmente entendible cómo es que alguien tiene curiosidad de probar algo que realce las sensaciones, ¿Porqué hacer caso al tabú? Si, la gente se pierde en ellas, se envuelven y son consumidos por completo. Terminar como un cascarón de uno mismo es una idea deplorable— aunque, si les ha pasado, es comparable con el sentimiento de un corazón roto— y es imposible asomarte a ese mundo sin tener esa imagen siempre presente en la mente. No es para todos.
 
  Sin embargo la búsqueda de crear en tí mismo la posibilidad de utilizar los sentidos a su máximo potencial tiene todas las de servir como un concepto realmente tentador. Imagínate, ahora, lo rico que ha de ser una experiencia mezclada entre una de estas sustancias corporales y esta sustancia tan tuya; imagína que viaje, que sentimiento, que combinación tan genuina. No pretendo promover nada, solo reflexiono, qué interesante es el cuerpo y lo que podemos llegar a sentir. Cómo estamos construidos para enfocar nuestra realidad y nuestras percepciones alrededor de los sentidos, cómo buscamos escapar de ellas, o elevarlas, o explorar todas las posibilidades que existen en ellas.

Incluso darte un inspiradón como yo en este momento ha de mover algo en mi cerebro que me hace sentir en armonía, hace mucho que no escribía. Hasta se me antojó un porrito con mi amor. ~

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