Últimamente he notado lo importante que es el lenguaje corporal, y sobre todo, saber leerlo.
Yo, por ejemplo, soy una persona de observación detenida, particularmente fijada en la anatomía humana, siendo ligeramente mas específicos, los glúteos maximus. Es un arte.
Claro, teniendo tanto tiempo practicando la sutilidad antes de poder ver ese par de hermoso músculo y grasita acumulada, se que tienes que esperar a que se volteen para que puedas observar sus atributos posteriores sin la posibilidad de que te sorprendan admirando su esplendor a distancia y sin permiso. Naturalmente, eso conlleva paciencia y realmente ponerle atención a lo que están haciendo, como se paran, si están de humor para que alguien les este viendo el trasero, si tienen un nivel suficiente de autoestima como para que (si te sorprenden, siendo una experta, rara vez me pasa) te guiñen el ojo si te sorprenden. Para saber todo eso que no se ve a primera vista, se necesita leer el lenguaje corporal. Ya ven? Les dije que era un arte.
Bien, lo que me llevo a realmente apreciar esta herramienta que es el lenguaje corporal fue una experiencia que tuve el día de hoy. No es que haya dejado la filosofía y las reflexiones profundas, no se preocupen no me he vuelto tan completamente mundana todavía.
Total, que hoy he estado con los síntomas totalmente normales e increíblemente irritantes de un resfriado común ya saben, garganta seca, tos seca y con flemas, perdida de la voz, (en mi caso, me volví Morgan Freeman por 24 horas) etc. Era de esperarse, con los climas de señora menopausica que hay por estos lares en la temporada invernal, y toda la bola de enfermos mentales que hay por todos lados. En fin, mi querida madre me llevó al mismo lugar a donde habíamos llegado cuando me había enfermado antes; en aquel caso, nos atendió una doctora, tal vez con poco de egresada de la universidad, como parecían demostrar los cuadros en la pared del consultorio, con copias de su título y su foto de graduación Ella se mostró amable pero objetiva, preguntándome mis síntomas y anotando mi historial de salud en una maquina de escribir (con la mirada hacia mí y escribiendo, lo sé, ni yo puedo hacer eso). Me revisó con herramientas modernas, de manera rápida y con postura confiada, y me receto medicinas de acuerdo a mi edad y mi historial, con supervision de mi querida mami, claro, que estuvo completamente de acuerdo con las medicinas que me recetó. En aquella ocasión estuvimos completamente satisfechas.
Esta vez, llegamos mas temprano al mismo consultorio pero resulta que otro doctor estaba en turno. Este doctor era mayor de edad, inspirando confianza con la experiencia marcada en las lineas de su cara y los años que parecía haber durado su título dentro del marco colgado en la misma pared. Las primeras apariencias como bien aprendí, si engañan.
El doctor anotó mis datos en una hoja llena de pacientes, a mano, y me preguntó mis síntomas después. Me preguntó que si con ellos, tenía fiebre, y contesté que no. Para lo demás, como las preguntas de que si mi familia se había enfermado antes, que si me protegía debidamente del frío, etc., se dirigió a mi mama.
Después, me reviso, preguntándome si tenia fiebre, con herramientas que yo recuerdo haber usado cuando era niña e iba al pediatra, el típico termómetro de axila, el baumanómetro* de brazo que se aprieta con una bombilla de mano, y midiéndome la presión con un estetoscopio, mismo que usó para escuchar mis pulmones y preguntarme si tenia fiebre. Me revisó la garganta con una lampara que prendió dándole vueltas con una mano temblorosa, y me quitó el termómetro, preguntándome que si me había dado fiebre. Ademas de eso, me pesó y me midió, y con eso termino la revisión todo esto durando casi una hora. Regresó a su escritorio, en donde tuve un momento mientras le preguntaba cosas a mi madre para observar su escritorio; en el, habían pastillas llamadas "Reumatrex" y otras de Tylenol, mas una crema, lentes de aumento y alcohol. Ademas de eso, formularios para pacientes nuevos y plumas, que significa que debe anotar a mano todo. El doctor seguía anotando todo lo de la revisión, preguntándome que cuanto pesé y cuanto medí, y me pregunto por ultima vez que si tenia fiebre. En esto, escribe la receta que me recomendaba:
—"[...] para la tos, para el dolor y 850 mg de akjhsjhdf (no se cual es) para la infección, cada ocho horas."
A esto, mi madre le contestó:
—"Doctor, pero eso es demasiado para su edad y volum–"
—"No importa, si quiere deshacerse de la infección, eso es lo que tiene que tomar"
—"No cree qu–"
—"No hay de otra, esta es la receta. Que tenga buenas tardes."
...Ah caray.
Esa cantidad le habían antes recetado a alguien mas que conocemos, un hombre de 1.80, mas de 90 kilos. Osea, una cosota. Imagínense el efecto que me habría dado a mi!
Saliendo del consultorio hacia la farmacia estuvimos de acuerdo mi mum y yo que quisimos una segunda opinión de un doctor que sí nos conoce y en quien confiamos. Le expliqué a mi mamá porqué mi primer instinto no fue hacerle caso al doctor, y dijo que no se había fijado en todo eso; ella desconfió simplemente y sencillamente porque cuestionó su opinión (ella dijo experiencia). Ya saben, mamás: pero ellas tendrán sus razones.
A que llego con todo esto? Que leer el lenguaje corporal no solo te da conocimiento mas allá de lo que alguien te pueda confirmar, sino que te puede decir verdades que la boca se guarda, mejor que cualquier sexto sentido o intuición femenina. Solo es cosa de observación.
Es una herramienta increíblemente útil, obviamente he de saber yo de eso, con eso de que los tengo catalogados por medio de sus traseros y así. Deberían utilizarlo de vez en cuando.~
indian girl without bra
Hace 7 años
1 comentarios:
El aparato con el que se mide la presión se llama Baumanómetro, Wre.
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