La complejidad del cerebro humano es una belleza de contemplar.
Es curioso como se produce la inverosímil cuando pensamos de nuestro cerebro, que a la vez hace que pensemos, de él mismo. Un órgano, pulsante y gelatinoso, tiene ese poder. Es curioso porque, nosotros no tenemos un cerebro. Somos un cerebro. Varios cerebros moviendo estructuras de carne para interactuar con otros cerebros, dándole personalidad propia a los tejidos que controlan. Y aún así, de alguna manera funcionamos con el mismo sistema, pero no hay copia idéntica una de otra. Impresionante.
Y es así como cuenta este cerebro su relato, al rato de ser encendido después de ser apagado por unos cuantos minutos. No hablo del cerebro, en sí; sino que del camino del edificio del que venía a éste donde escribo ahorita, apagué mi persona. Solo fui un homínido caminante, sin pensamientos, solo un lugar específico a donde ir, solo instintos y respiración.
Porqué, se preguntan ustedes, habría de arriesgarme a chocar con algún otro homínido o algún poste particularmente atravesado por no pensar? Mentira, no piensan eso, piensan que realmente no puedes apagar tus pensamientos. No son sustancia, no se pueden simplemente remover o suprimir. Y eso es cierto, pero supongo que con suficiente voluntad te puedes echar una siesta de razonar y ser solo homo, sin sapiens. (sin albúr)
Venía de aquel edificio donde suponía yo que un examen sencillo podría organizarme mejor las ideas; un examen vocacional. Esto incluye análisis de personalidad, habilidades, y luego al final las opciones profesionales, siendo mi meta la última. No creía que necesitara saber mucho sobre la primera, según yo la conozco como libro memorizado, al pie de la letra –cambiante, sí, pero definida–. La segunda sí afecta un poco, no he tenido mucha experiencia desarrollando habilidades en varias áreas, quizás hay habilidades que no conozco, pero igual al final se pueden desarrollar con suficiente práctica, como dijo la examinadora. La tercera— ahí si, no tengo idea, sigo sin tener idea.
Lo tomé porque sinceramente quería estudiar en otras áreas aparte de la que estaba estudiando ahorita, pensé que quizás había un lugar mas apto para mi en otro espacio, donde tuviera aptitud e interés. Quizás no sería una decisión tan desorientante si tuviera un área en específico o varias áreas similares, pero, tengo gustos en todos lados. (de nuevo, sin albur)
Creo que en contraste con el primer párrafo de la entrada, problemas tan superficiales como éstas son comédicos para el poderoso cerebro. Quizás la intención original de la evolución de los humanos no era que sus problemas más duros fueran "que tipo de conocimientos dejaré que se me instrumente para estar al servicio de otros cerebros, con lo que obtendré pedazos de hojas de arboles con lo cual podré intercambiar por lo esencial para mi supervivencia, más otros objetos". Pero igual, nos ponen a nosotros, sus marionetas huesudas, en varios aprietos con sus decisiones difíciles.
No es, tal vez, la decisión difícil el enfoque de nuestro crecimiento. Es parte de, pero es un solo segmento de lo que es la selección natural. Estas son parte de un plan mayor. Metafóricamente hablando, tratemos a las batallas de las guerras; unos contra otros para obtener un bien mayor. En una esquina, tu corto periodo de vida, en la otra, tus expectativas más allá de la vida, las ideas. No es quien gane, sino la batalla lo que importa.
No hay independencia sin fuego, no hay razón sin el árduo desarrollo del pensamiento. No hay pensamiento superior sin batallas interiores.
Y es muy curioso. Este cerebro reflexiona que los cerebros buscan evolución por medio de la revolución, de ellos mismos. Increíble, cómo un órgano que lleva consigo un sistema immunológico que pelea día a día para mantener vivo el saco de carnes movientes. Mismo que el cerebro busca autodestruir si no supera las exigencias de la evolución. Y esta vez no se pasan los atributos superiores por medio de los genes; no, ahora se pasan mor medio de las ideas. Esas que ni siquiera son sustancia, son mas poderosas que el ADN con lo que fue posible su existencia. Esas que sobreviven mas allá de la vida del cerebro que las produjo, que no están limitadas por ni dependen de secuencias genéticas y reproducción.
Ahora, a contrario de antes, cuando eramos rudimentarios homo erectus que buscaban solo comer, refugio, reproducirse para perpetuar la especie y protegerse de depredadores. En aquel entonces no era lo mas necesario saber, sino existir.
Hoy existimos para saber.
Y sabemos. No somos la especie homo sapiens por aprender a cazar. Pero sigue algo superior, algo mas que la supervivencia, y algo mas que la simple sabiduría, algo que no conocemos ahorita, por nuestras detrimentales limitaciones corporales, porque estamos solo al 10% de lo que puede ser el cerebro. Y el cerebro lo sabe, por eso sigue algo diferente. Por eso ahora luchamos por ideas, por eso damos nuestro cuerpo por ellas, porque estas sobrevivirán mucho más allá de lo que nuestro tiempo limitado de vida nos presta. Porque os cerebros saben lo que hacen; como un buen juego de ajedrez, saben qué hay que sacrificar para llegar a la meta. La meta, siendo, el siguiente escalón de la evolución.
No somos personas. Somos cerebros buscando una especie superior. Increíble.
¡Jaja! Malditos órganos ingratos.~